Mis primeras actuaciones fueron siendo niño, en el entorno familiar, me gustaba cantar. Conforme fui creciendo y me cambió la voz, cogí miedo y dejé de hacerlo.

Ya en el instituto me animé a participar junto a otros amigos en la extraescolar de teatro y ahí me enamoré. Descubrí que actuar no era solo una herramienta para contar historias sino que me permitía meterme en los personajes y vivir experiencias nuevas a través de ellos.

Durante estos años hice muchos talleres de teatro aficionado y, finalmente durante la universidad, formamos la compañía de Teatro Hécate, con la que nos lanzamos al mundo profesional. Estuvimos con varios espectáculos en la Red de Teatros de Aragón y participamos en festivales a nivel estatal. Fueron años de muchos bolos por pueblos: ensayos, carretera, montaje y desmontaje... éramos una compañía que nos ocupábamos de todo, desde la producción y distribución hasta el vestuario y la escenografía. Hacíamos un teatro que más adelante he denominado Teatro Popular.

Al trasladarme a Madrid continué mi formación como actor en El estudio internacional del Actor Juan Carlos Corazza donde realicé la formación completa con grandes maestros y maestras de la actuación. La formación me ayudó a consolidar herramientas que había aprendido, quizá de forma más intuitiva, durante mis años de bolos por pueblos. Continuaba con mi formación, me reconcilié con mi voz hablada y cantada, después de un largo entrenamiento con la metodología Linklater. Poco a poco esta formación se fue completando con talleres en materias específicas. Aún hoy sigo aprendiendo e investigando nuevas técnicas o métodos.

Durante todos estos años grabé cortos y participé en varios montajes profesionales con otras compañías teatrales. Además de hacer mis primeras incursiones en el cine.

En 2011 empecé a colaborar en el Centro del Actor, de la mano de Lorena García de las Bayonas, con la que aprendí técnicas pedagógicas teatrales que se complementaban con las técnicas aprendidas en la formación en gestalt. Actualmente soy profesor de interpretación en dicho centro.

       

Siempre me llamó la atención la dirección actoral, no sólo el trabajo específico de transformación con los actores y actrices, sino la posibilidad de crear proyectos, a veces propios, a veces por encargo, desde donde poder contar historias, historias que contengan un mensaje que nos invite a reflexionar, que nos eduque en valores, que cuestione lo establecido para sacudirnos este sistema que nos induce al automatismo.